SOBRE EL
El sincero cristiano puede ciertamente apenarse al ver la desolación que ha efectuado el pecado; pero sólo en un sentido limitado puede comprender el ser humano
la tristeza de Cristo al contemplar el pecado tal como existe...
Desde la luz de su excelsa pureza, el Redentor del mundo pudo ver que los males que sufre
la familia humana fueron provocados por las transgresiones de la ley de Dios. Pudo rastrear
hasta su origen todo motivo de sufrimiento. Leyó la triste y terrible historia del último fin
de los pecadores no arrepentidos. Sabía que sólo él podía rescatarlos del abismo en que
habían caído. Sólo él podía colocar sus pies en el sendero correcto. Sólo su perfección podía
suplir la imperfección de ellos. Sólo él podía cubrir su desnudez con su propio manto de justicia
inmaculada.
¡TOMO NUESTRO LUGAR!
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